Hildegard von Bingen (Alemania, 1098-1179) fue una polifacética abadesa, física, filósofa, naturalista, compositora, poetisa y lingüista del medievo. A pesar de que su trabajo no sería considerado ciencia como tal en el mundo moderno, brilló con luz propia durante la época medieval.
Intervención divina.
Hildegard von Bingen nació en una familia noble alemana en 1098. Ella fue la décima de sus hermanos y pasó enferma la mayor parte de su infancia. Sus padres eran muy creyentes y la entregaron a la Iglesia como un diezmo (por ser la menor de sus diez hijos) cuando ella tenía ocho años. Este tipo de abandono sería impensable hoy en día, sin embargo, en aquella época era un símbolo de los tiempos (su nacimiento coincidió con la Primera Cruzada que llegó a Jerusalén en 1099) y parece que esto encajó con su ferviente disposición desde niña. Cuando fue adulta, Hildegard expresó su gratitud hacia su familia por haberla entregado a la Iglesia en un momento en que “el espíritu religioso crecía lentamente”.
Siendo ya abadesa, afirmaba haber tenido visiones a una edad muy temprana, que continuaron a lo largo de su vida. Estas visiones hicieron que se la tratara como una persona en conexión con lo divino, lo que explica en parte cómo fue capaz de deshacerse de las restricciones de la iglesia medieval con las mujeres predicadoras y dedicarse a la filosofía y a la ciencia. De hecho, la mayoría de las obras de Hildegard von Bingen se presentan en forma de visiones. En 1141, cuando tenía 42 años, experimentó una visión que recibió como una instrucción directa de Dios, en la que se le instaba a “escribir todo cuanto viera y oyera”.
Sus días de abadesa
Hildegard avanzó rápidamente en las filas de la iglesia. En 1136 fue elegida por unanimidad como magistra entre sus hermanas y compañeras y llegó tan lejos como para convencer a la iglesia de su época de que tomara una medida inusual y le permitiera fundar dos monasterios en 1150 y 1165.
Esta particular mujer era también una compositora consumada y sigue siendo conocida por ello hoy en día. Entre los años 70 y 80 se rescataron sus composiciones musicales y es autora de uno de los repertorios de música medieval más extensos. Una de sus obras, Ordo Virtutum, dedicada a la virtud, es uno de los primeros ejemplos de drama litúrgico. Además, Hildegard escribió textos teológicos, botánicos y medicinales, así como cartas y poemas.
El talento natural
A diferencia de sus otros escritos, los cuales presentó en forma de visiones, las obras científicas de Hildegard no se describen como profecías. Hildegard escribió Physica, un texto sobre las ciencias naturales, así como el tratado médico Causae et Curae. En ambos textos, describe el mundo natural y muestra un particular interés en las propiedades curativas de las plantas, los animales y las rocas.
Physica es una obra extensa de nueve volúmenes que se ocupa principalmente del uso medicinal de las plantas, los árboles, las piedras preciosas, los metales y los animales. Por ejemplo, en una de las entradas, describe a las flores Cinquefoil como: “…. beneficiosas para la salud y útiles para combatir la fiebre causada por la mala alimentación.”
Los cinco volúmenes del Causae et Curae son esencialmente un tratado de medicina, mezcla de influencias griegas y cristianas.
Junto con algunos inverosímiles remedios (tales como sumergir a una perra en agua y usar este agua para humedecer la frente como una cura para la resaca) hay algunos que parecen bastante razonables. Estos incluyen consejos rudimentarios sobre cómo mantener los dientes sanos y firmes o cómo enriquecer la dieta de las mujeres que sufrían amenorrea (ausencia de menstruación), algo habitual en la época debido la desnutrición.
Logros científicos
Desde el punto de vista actual, la ciencia de Hildegard von Bingen se parece más a la superstición, pero hace casi un milenio, sus puntos de vista fueron considerados sabios. Hildegard poseía una verdadera curiosidad por entender el mundo natural que existía a su alrededor.
Además, en un momento en el que estaba prohibida la interpretación de las Escrituras por parte de las mujeres y su participación en la sociedad, esta mujer se comunicó con el papado (incluyendo los papas Eugenio III y Anastasio IV), hombres de estado, emperadores alemanes como Federico I y otras figuras notables como san Bernardo de Claraval.
Hildegard von Bingen fue muy por delante de su tiempo en sus opiniones sobre la importancia de la gratificación sexual para las mujeres. A pesar de que es lógico pensar que como abadesa conservaría su virginidad, ella bien podría ser la primera mujer europea en describir el orgasmo femenino.
Puede resultar contradictorio considerar a una religiosa como una mujer de ciencia. Sin embargo, en el contexto histórico en el que Hildegard von Bingen desarrolló su trabajo, se la puede considerar una mujer excepcional en este campo, no solo por su condición de mujer si no también por ser capaz de aportar un poco de luz a ese oscuro tramo de la historia que fue la Edad Media.
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